dilluns, 12 d’agost del 2013

La Hija de Nadie

La hija de nadie, por Enric L Agea.

La hija de nadie,
Ella avanza
Por la vida a su modo.
Mirando a su madre,
Vigilando no repetir
Los errores del pasado.
Con su pelo en llamas
Y su corazón helado.
Busca a alguien a quien amar.
O solamente, quizá,
Un abrazo en que morar.
-Estoy bien- dirá.
Pero le llora a los gatos.
Algo debe encerrar,
Su triste mirada.
Un muerto ¿verdad?
Su inocencia apuñalada.
En mundos de la noche,
Donde fue la presa,
De la bestia desalmada,
Que es la vida sin máscara.
¿Qué es la vida si no?
Ella lo sabe bien.
Por eso no encuentra a quién,
Regalar su confianza.
Algún iluso intentará,
Con bellas palabras ganársela.
Pero no lo logrará,
Ya partió una vez
El centro de su alma.
Lejos volará,
Cuando consiga sus alas.
Ángel caído,
Sin Dios, sin Dueño.
Intenta vivir el sueño
De una noche de verano
Cuando su vida es eterno invierno.
Poco a poco te sumirá
En su pequeño infierno.
De abrazos que flotan
En tormentas sin amor.
Solo ella se puede salvar
De su soledad autoinfligida,
De su tendencia autodestructiva.
Que hierva su corazón helado.

Distímia

Distímia, por Enric L. Agea

La temo.
La veo en mí.
Su tristeza en mi reflejo,
Sus suspiros en mi voz,
Su fallo en mi tropiezo.
Siento su miedo atroz.
La temo.
Acarreo con su herencia.
Ni su anillo en mi dedo,
Ni su broche en mi pecho.
Me legó la dolencia.
Me regaló la llave a la puerta,
Que abre un mundo de dolor.
Un mundo sin luz,
Un mundo sin color.
Dónde no importa el amor,
Solo importa la muerte.
Arrepentirme a cada paso,
Incapaz de sobreponerme.
Día Uno: Piensas.
Día Dos: Lloras
Día Tres: Esperas
Día Cuatro: Añoras.
Luego olvidas,
crees romper el ciclo
crees salir invicto.
Te bañas en sonrisas.
No puedes escapar.
La temo.
Me atrapa.
Vuelvo a empezar.

Sinsentido

Sinsentido, por E. L. Agea

Te miro sin saber
Si quiero estar ahí
Te miro sin querer
Saber si estoy allí.
Entre árboles de cristal,
Junglas de neones.
Tu cara sin faz,
Tu rostro en blanco.
Me agarro a este banco,
Indicativo de mi existencia
Río desde el fondo,
De este sinsentido.
Que esta risa te sirva,
Para verme divertido,
Cuando no lo soy.
Hablo de lo que no sé,
Mentiras sin sentido,
Que estas palabras te sirvan,
Para que pienses que he ido,
Dónde nunca voy.
Me agarro a este banco,
A tu rostro en blanco,
A este sinsentido,
Que me llevan a algo,
Que Yo, no sé…
Que Yo, no soy.

dijous, 8 d’agost del 2013

El Cuervo.

El cuervo.


Este pequeño escrito estaba perdido en una de mis antiguas libretas. Hace un tiempo me reencontré con él y he decidido publicarlo y compartirlo con vosotros. Perdonad la calidad, por suerte mi habilidad con la semántica ha ido avanzando con el tiempo. Es un homenaje a El Cuervo de E. Allan Poe, esta vez desde un punto de vista algo distinto.


El cuervo, por E. L. Agea

"Desperté yo alarmado, en una noche estival, sobre el regazo de mi amo, por un golpeteo lejano en la puerta de mi hogar.
       -Será un viajante perdido,
       que en el bosque debióse extraviar.
       Un pasante desfallecido,
       el hambre y la sed debiéronle acosar,
       que entre la bruma divisó nuestro hogar
       y buscando ayuda y cobijo,
       a nuestro portón ha debido llamar.-

Volé yo a la ventana, mirando al portal. Dirigí mis ojos,
       Pequeños tizones negros
       brillando a la luz del fuego,

mi mirada, al camino de tierra, voreado por pinaza. Del camino a la verja, barras de oscuro metal, siguiendo el jardín hasta el portón frontal.
¿Qué vieron mis ojos?
Oscuridad, solo eso,
Nada más.

Yace mi amo en la butaca, tranquilo no ha oído tan inquietante ruido, que la noche ha punzado como una estaca. Vuelvo a su regazo, duermo tranquilo, esperando el día en que mi dueño despierte, en que me observe con sigilo, como solía hacerme, con los ojos tras las lentes, brillando a la luz del fuego, como mis tizones negros.
      Pero sé que no lo hará,
      sé que no despertará.

No se levantará.
NUNCA MÁS."

17. Legado.

XVII. Legado

Aún, señor,
Si batalla, lucharé.
Si grita, lloraré.
Uno se acostumbra al dolor,
De no saber qué querer.
Dejarlo todo en manos
De quién no debes tener.
Esas fotos serán,
La lápida que me hunda.
Por mucho respeto que le infunda,
Debe usted clavarme
Esa última puñalada.
Pues no es mártir,
Quien no sufre por causa.
Y mártir quiero ser.
Busque otro sentido
A esta, mi absurda vida.
¿Lo ha encontrado?
No lo puede haber.
Pues esta es mi desdicha.
Del día ser pasante,
De la noche observador.
Pura estaca maldita,
De aquello que sea diversión.
No se vaya aún, señor,
Pues esto es un legado
Y le toca a usted ser portador
De esta amarga vida.
La del que el riesgo siempre evita,
La del que calla sin ser traidor.


16. Ya no habrá Olivo.

XVI. Ya no habrá Olivo

"Veo el mundo,
esta ola de sombras
Este infierno sincero.
Este escombro sin normas.
Veo el cielo,
esa nube de ámbar,
ese horizonte sin forma.
Y la radio te informa,
"Declaro ante el pueblo,
que este día aciago,
toma este trono,
un servil soberano.
-y subiendo el tono-
El mar se levante,
la tierra tiemble,
si este gentil hombre
no lleva a su gente,
a la más bella victoria,
a la última de las batallas,
a la vida meritoria,
que es la vida sin medalla.
Sin medalla de honor,
porque este pueblo no lo tiene,
¿de qué nos sirve el honor?
De honor el hambre no entiende,
de mérito no entiende la sed,
ni el frío de cetros y bandas.
Pues este pueblo sin su honor,
será un pueblo vivo,
será un pueblo a salvo"
Restalla en el cañón,
el grito de un herido.
¿Qué importa ya?
Si al morir ya no habrá olivo,
olivo que de sombra,
ni camino que andar.
Solo un muerto que olvidar,
y el clamor de un nuevo fin.
Porque, guerrero,
ya no hay lucha,
se hace la guerra al luchar
.Y solo si pudieras
quedarte quieto,
Habría tanta, tanta paz."


15. Arcoiris y Unicornios.

XV. Arcoiris y Unicornios

La miras y brilla,
escucha cómo te llama,
esa vieja cuchilla.
En tus muñecas estalla.
Siente cómo caen,
cómo llueven esas gotas,
de críticas, y errores,
rojas y preciosas.
Déjate caer,
siente los sabores
del óxido y el cobre.
De la muerte y su veneno.
Déjate caer,
deja que te atrape
El mundo y su peso,
imperioso, extenso.
Deja que te cubra,
deja que te tape.
No hay nada que ver aquí.
Nada que quieras que vean.
Si no, deja que lo lean
en tu último estado.
Que se ahoguen en tu pozo,
un pozo de cal y mierda.
No sabrás qué es el gozo,
¿por qué intentarlo siquiera?
Corre y coge esa cuerda,
cuélgate del árbol más alto.
Y rodéate el cuello con ella.
Piensa en arcoiris y unicornios,
pide un deseo a una estrella.
Mientras mueres por dentro,
mientras mueres por fuera.
Y así mientras te ahogas,
soñarás con que la magia vuelva.


14-b. Nada.

XIV-b Nada

Lo vi llegar cien veces,
Ese invierno estanco,
Ese infierno en blanco,
Mal llamado Amor.
Lo vi caer cien veces,
Entre gritos y luchas,
Besos y carícias rufas
Por la herrumbre del desgaste
Entre frío y calor.
Pero lo vi morir aquel día,
Marchando ella por la puerta.
Así quedaron desiertas
Palabras que el Silencio expía,
Insultos sin honor.
Insultos sin dolor.
Solo en la habitación,
Con el gusto amargo de ser espía
Presentose ante mí una aparición.
La Nada y el Silencio bailaban,
¡Sobre ella bailaban!
Disparándole con armas sin munición.
Y,
Ella soltó últimas palabras,
Marchose rompiéndose el corazón.
Y luego nada.
Nada se llevó.
Un vacío eterno,
en esta ciudad sin dueño.
Quizá una lagrima sucia,
recuerdo de un merecido adiós.

14. El Muro.

XIV. El muro

Llora la trompeta
Una vieja canción española
Tocan las palmas
Arden locutorios
Por esa gitana de la Mamola
Que ha encontrado a su princesa
Su amazona del mar profundo
Se besan, se acarician
Bajo esta niebla espesa
Bajo ese olor nauseabundo
Que inunda este barrio.
¡Derriban el muro!
Que San Roque alzó hace tiempo,
En contra de un amor tan puro.
Te quiero, dice ella
Bajo el latido de las mantas.
¿Por qué te escondes, cariño?
¡Llevad las cabezas bien altas!
Mientras yo espero,
Rescatar a ese príncipe mío.
Correr, cruzar el río.
Saltar polígonos y fábricas.
¿Por qué te escondes, cariño?
Perdido te busco,
Despierto hasta la madrugada.


12. Óxido

XII. Óxido

Vi aparecer,
Chispas en tu regazo,
Vi tus ojos arder,
Al ritmo del rock.
¡Saltas y gritas!
Poco puedo hacer yo.
No puedo escapar,
Me tiene atrapado
La luz del foco
El humo del Winston.
Que es ahora nuestro olor,
Tabaco sucio y sudor.
Los altavoces siguen gritando.
Poco puedo hacer yo,
Contra la marea de jadeos.
¡Mezclemos placer y dolor!
Un vil cóctel Molotov.
Me atas con amor,
Y cadenas oxidadas,
Que van royendo la entrada,
A este campo de batalla,
A este juego secreto.
No hablarás, serás discreto.
¡Ay de ti, si no lo fueras!
¡Ay de ti, si creyeras!
Que las tornas
No pueden cambiar.
Que nunca se me ocurra hablar,
De lo que ha pasado en esta cama.
Poco puedo hacer yo,
Si esta mañana
He creído entender
Tu adiós entre las sábanas.

11. La Tinta Permanece

XI. La tinta Permanece
Tempus Fugit,
Atramentum Manet.
Furia inútil,
Guardada en balde.

Barricas de vino,
Niebla en el bosque.
Gatos temblando,
A la luz de una vela.
Semillas de viento,
Que fuimos sembrando.
De estas tormentas,
Que nos van devorando.
¿De qué te sorprendes,
Viajero solitario?
Como tu petaca vacía,
Y mis pulmones de hollín,
Nuestro futuro oscuro,
Se perfila sin fin,
Contra ese bosque de pinos,
Dónde el camino se tuerce.
Dónde los perros aúllan,
A este destino que nos mece.
Fotos borradas,
Caras recortadas.
Un adiós
Que quise olvidar.
Tiempo perdido,
Tinta enquistada,
En estas manos,
Torpes y sin ritmo.
Estas manos,
Que tanto han visto.
Perdidas entre blanco
Blanco corrupto.
De sábanas limpias,
Sobre cuerpos sucios.
¿Es el lobo al que beso,
Vestido de abuelita?
Sé quién es, no me importa,
¡Que deshoje esta flor marchita!

El tiempo Huye,
La tinta permanece.
El destino destruye,
Aquello que te pertenece.


dimecres, 7 d’agost del 2013

10. Doce más Uno.

X. Doce más Uno

Doce más uno
Gatos negros
Bajo escaleras paseando
Brindo con agua
Vierto la sal,
Quizá deseando.
Que mi suerte cambie.
Sigo observando,
Tus mares de escarcha,
Hielo caliente,
Y en la otra orilla
Esa vida que mata.
Doce más uno,
Gatos negros,
Siguen muriendo,
En tus mares de escarcha,
Brindo con sal,
Vierto el agua,
Sobre colillas sin dueño,
Que ensucian mi sueño,
Hecho de hielo.
Que tu sal mata.
Doce más uno,
No cambia mi suerte.
Y tus mares,
Aún alimentan mi miedo.

9. Aire.

IX. Aire
Aire, envenenando mi mente
Engañando a mi oído.
Aire, portando últimas palabras,
Que nunca…
NUNCA debieron ser pronunciadas.
Aire, azotando mi cuerpo
Azotando mi alma.
Aire, genio maldito
Omnipotente, furioso, vacío...
Aire, recorriendo las calles
Hambriento de un adiós que devorar
Aire, espíritu danzante,
Desesperado busca un recuerdo en que morar
Aire, amante celoso
De otra fuerza que impulse mis alas
Aire, demonio caprichoso
Dispuesto a alejarte de quien amas
Aire, invadiendo el espacio
Que tristes despedidas antes habitaron
Aire, portando últimas palabras,
Que en eso,
En Aire, se transformaron.

8. Esa Ciencia.

VIII. Esa Ciencia

Lo busco, lo persigo,
Ese buen momento.
Tiempo perdido.
Nunca consigo,
Vencer este tormento,
De bocas sin cariño,
De dedos sin paciencia.
No domino ya esa ciencia,
De amar y ser amado,
Lo busco y no lo encuentro,
¿Parezco desesperado?
-No arreglará tus problemas
El amor y su gran dicha,
No borrará el pasado,
No resolverá los dilemas,
De este corazón que no palpita.
Puedes estar solo, no temas.-
Dijo el amigo que hoy disfruta,
Del abrazo de Cupido,
Del favor de las Moiras.
¡Vete esperanza,
Sólo estorbas!
Abriendo cicatrices
En mi piel amoratada.
Maldiciendo en silencio,
Esa pareja enamorada,
Que se cubre con la manta.
Escondiendo ese bien,
Que yo deseo incansable.
Sigo buscando a quién,
Me dedique un beso amable,
Una caricia que detenga,
Ese buen momento,

Esa ciencia indomable.